Utilizado en la antigüedad para ahuyentar espíritus malignos y combatir a los vampiros, el ajo tiene, hoy en día, probadas virtudes curativas que el paciente no debería dejar de conocer.
Estudios recientes demostraron que aquellas personas que tomaron suplementos a base de ajo durante cuatro meses, revelaron un descenso en sus valores de colesterol, así como en la presión sanguínea. También ha demostrado su poder anticoagulante, lo que lo convertiría en un valioso aporte para evitar los ataques cardíacos.
Los chinos, cuya dieta es rica en ajo redujeron ampliamente el riesgo de padecer cáncer de estómago, aparentemente, esto se debió a la capacidad del ajo para eliminar residuos tóxicos del organismo e interceptar sustancias cancerígenas.
Durante siglos, la medicina natural comprobó su poder para combatir los efectos de afecciones tan diversas como la tuberculosis, el envenenamiento por consumo de alimentos en mal estado, infecciones vaginales y en la vejiga.
Por otra parte, durante la Primera Guerra Mundial fue utilizado como antibiótico para tratar las heridas; hoy son muchos los investigadores que confían en su aptitud para fortalecer el sistema inmunológico y realizar, a través del ajo, una terapia que tienda a la eficacia en la lucha contra el SIDA.
Aunque hay diversas opiniones en cuanto a la cantidad de ajo que sería beneficioso consumir por día, un diente de ajo diario, crudo o cocido, revelaría rápidamente sus excelentes resultados.
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